domingo, 15 de julio de 2012

5.000 Kms por Marruecos -3-


05-03-12 – OUZOUD – OUARZAZATE – 354 km

No se si en el hotel se han dado cuenta de que somos sólo dos personas, por que nos ponen un desayuno para por lo menos ocho. Con aceitunas incluidas. No es la primera vez que nos ponen aceitunas en el desayuno. Desconozco si es una costumbre marroquí, pero a mi con el té y la mermelada dulce no me pegan mucho la verdad.
Aunque en el hotel nos aseguran que la carretera para cruzar  el Atlas de Azilal a Ouarzazate está asfaltada y que hay una gasolinera, decidimos no arriesgarnos y deshacer parte del camino para cruzar la cordillera por el puerto principal, el Tizi-n-Tictika.
De camino a este puerto nos damos uno de los mayores sustos de todo el viaje. En una carretera de doble sentido, un “grand taxi” se pone a adelantar a otro coche. Viene hacia nosotros por nuestro carril, y no para de darnos las largas para que nos quitemos. Quizás una motillo pequeña de las que hay por aquí se pueda echar a un lado y quepan todos, pero con una moto grande con maletas es imposible, además no hay arcen donde poder desplazarme. Viene hacia nosotros a toda leche, dando ráfagas sin parar. No puedo hacer otra cosa que frenar y devolverle todas las ráfagas con intención de que entienda que no tengo donde meterme. Siento a Rocío agarrada fuertemente a mi pecho. Nos cruzamos con el taxi a poca distancia y afortunadamente todo queda en un susto.
Los taxis en Marruecos se dividen en “petit taxi” (taxi pequeño), sólo para las ciudades, y los “grand taxi”, para trayectos interurbanos. Estos últimos son los reyes de la carretera. El 95% son Mercedes destartalados de los años 80, suelen llevar 6 o 7 personas con su equipaje en su interior, y al conocerse la carretera al dedillo llevan un ritmo endiablado. 


Comenzamos el ascenso al puerto, hasta sus 2.260m de altitud. Al coronar el puerto paramos a hacernos la típica foto con el cartel y se vuelve a dar la extraña situación que viví un par de años antes en el mismo lugar. En la cima, rodeando el cartel que indica la altitud del puerto hay una serie de tiendecitas de “souvenirs”, que por estas tierras son piedras del lugar. El caso es que al estar haciendo las fotos en el cartel los dependientes intentan llamar tu atención para que entres en su tienda, pero no se acercan a tí. Todos se quedan como a dos metros de la puerta de su tienda, como si estuviesen sujetos por una invisible correa o hubiese una pared imaginaria que les impide acercarse más. Se estiran todo lo que pueden, alargan los brazos, gritan, pero ninguno traspasa esa línea invisible. Me resulta muy curioso ese comportamiento. Imagino que su explicación tendrá.


Bajando el puerto, cruzando uno de los pueblecitos que hay en la carretera casi atropello a un hombre. Se trataba del tipico guiri de color rosa, de unos 60 años, con cámara en mano y sandalias con calcetines. Paré la moto a un palmo escaso de su cuerpo, llevándome un buen susto. En cambio él ni se inmuta, de hecho dudo que se enterase de lo ocurrido. Un marroquí sentado en una silla viendo pasar la vida a pie de calle me mira y alucina igual que yo con el comportamiento del guiri. Rocío explota a reir. No puede parar. Llora de la risa. Unas curvas más adelante tengo que detener la moto por miedo a perderla por el camino por que no puede controlar el ataque de risa. Ha sido un descenso muy divertido.

Antes de llegar a Ouarzazate nos desviamos de la carretera para visitar Ait Ben Haddou. Se trata de una pequeña ciudad fortificada o “ksar” que es Patrimonio de la Humanidad, en la que se han grabado varias películas, entre ellas “Lawrence de arabia” y “Gladiator”. Como ya se estaba metiendo el sol Rocío prefiere ir avanzando hacia Ouarzazate, así que como yo ya lo conocía de otro viaje hicimos la foto desde fuera y seguimos ruta.

En Ouarzazate encontramos un hotelito nuevo, limpio, con wifi gratis y muy barato, 20e los dos con desayuno. Además cenamos en un sitio totalmente auténtico que nos indican en el hotel. Decidimos quedarnos dos noches y mañana después de la ruta hasta Zagora volver a dormir aquí.

06-03-12 – OUARZAZATE – ZAGORA – OUARZAZATE – 312 km

Arrancamos la moto ligeros de equipaje, sin las maletas, ya que volvemos a dormir al mismo lugar. ¡Que gozada! ¡Cómo se nota el peso y el volumen! Vuelvo a disfrutar de su bonita y estilizada figura. De la moto, digo.
El plan de hoy es bajar hasta Zagora, el punto más al sur del viaje, y al que jamás haya llegado en moto (de momento), y deshacer el camino de vuelta hasta el hotel.
El primer tramo es una zona montañosa, desértica, en la que sólo hay rocas y piedras. Rodar por Marte debe ser algo parecido, solo que sin oxígeno. 




Unos kilómetroa más adelante el río se une al curso de la carretera, o al revés. El paso del río provoca uno de los mayores palmerales del país. Hemos pasado de un paisaje marciano, sin una pizca de verde, a estar rodeados de palmeras. Desde las zonas algo elevadas se puede apreciar un auténtico mar de palmeras del que no se divisa el final. 





 
Llegamos a Zagora y el calor aprieta. Vamos literalmete cocidos como pollos. La bolsa sobredepósito va cargada con los forros y las sudaderas, ya que al amanecer en Ouarzazate hacia bastante fresco. Cosas del desierto.


Comemos y nos vamos en busca del famoso cartel que indica que estamos a 52 días en camello de Tombuctú. 


Deshacemos la ruta rumbo al hotel, esta vez con el sol de cara, haciendo el camino bastante incómodo. Tras el éxito de ayer volvimos a cenar al mismo sitio.
Vuelvo a tener la nariz incandescente.

07-03-12 – OUARZAZATE – TINERHIR – 282 km
Lo primero que hacemos antes de abandonar la ciudad es buscar una crema factor infinito para mi nariz.
Después ponemos rumbo a la garganta del Dadés. La carretera ofrece unas vistas espectaculares, con el desierto a nuestra derecha y el Atlas con sus cimas nevadas a la izquierda. En este tramo alcanzamos a un grupito de 8 motos con matrículas españolas, nos ponemos a rueda para disfrutar de la conducción en grupo.
Ya en la carretera que se dirige al Dadés pasamos por una zona en la que las rocas de las montañas tienen unas formas muy peculiares. En un viaje anterior ya me llamaron la atención, pero ahora gracias a las traducciones de Rocío me entero de que son llamadas “dedos de mono”. El nombre me encanta.
Paramos a tomar algo y charlamos con un guia de 4x4 que estaba en el bar. Me confirma lo que ya me suponía. El tramo que une las gargantas del Dadés y del Todra por la parte de la montaña es solo apta para motos de enduro, ya que es una pista muy rota. Eso significa que una vez arriba habrá que deshacer el camino para bajar.
Remontamos el curso del río por una carreterita paralela al mismo. En algunos tramos se retuerce muchísimo, creando curvas imposibles con grandes pendientes y penoso asfalto. Maravillosa. 




Es en una de estas curvas imposibles donde por culpa de una autocaravana holandesa casi nos vamos al suelo. En una paella a izquierdas la caravana se abre a la derecha, yo me supongo que para ganar radio de giro, pero no, se para a contemplar el paisaje. Me hace parar en plena curva, la moto va muy cargada y hay mucha pendiente positiva. Controlo la moto como puedo, y mantenemos la verticalidad. Meto primera e intento continuar con la curva, pero al de la caravana no se le ocurre otra cosa que arrancar la marcha tambien. Me distrae y se me cala. Otra vez lucho contra la física por mantener la moto en pie, y si no llega a ser por que Rocío saca el pie y me ayuda a levantarla no lo hubiese conseguido. Por si fuera poco el maldito holandés protesta y me mete prisa para que arranque. Si no fuese por que estaba asfixiado dentro del casco por el esfuerzo realizado le hubiera gritado de todo.
Una vez conseguido el efecto giroscópico rodamos hasta la garganta, donde en esta ocasión el río no estaba desbordado y no cortaba la carretera.



 
Deshacemos el camino y enfilamos la garganta del Todra. Es algo parecido a la anterior pero más profunda. La carretera de acceso está muy bacheada y encontramos algun pueblo metido entre dos paredes de piedra, en los que imagino que sólo les llegará el sol cuando éste esté en la vertical. 


Llegamos a la garganta y nos encontramos un grupito de moteros catalanes. Se agradece un ratito de charla después de una semana perdidos por aquí abajo. 


Deshacemos el camino y vamos buscando una pensión que nos recomendó el guia del 4x4, a la que incluso llamó para reservarnos un hueco. Pero no somos capaces de encontrarla por muchas vueltas que damos. El sol se mete y aparece la noche, y no conseguimos alojamiento. Al organizar el viaje acordamos que tendriamos que haber conseguido alojamiento antes de que se hiciese de noche, ya que estar sin alojamiento y que se haga tarde por estos lares es algo que a Rocío le inquieta y pone de los nervios. Y así ocurre. Finalmente conseguimos una habitación que no tiene muy mala pinta. El recepcionista es agradable, y como no dispone de garage no pone inconveniente en que meta la moto dentro del bar, haciendome un hueco entre las mesas, algunas ocupadas. Los clientes del bar alucinan con mis maniobras para meter la moto hasta la cocina, nunca mejor dicho.



08-03-12 – TINERHIR – MERZOUGA – 201 km

Hoy es un día especial dentro del viaje. Hoy dormiremos en pleno desierto, en las dunas. Yo tuve la ocasión de disfrutarlo en un viaje anterior, pero me hace mucha ilusión volver a vivir esa experiencia con Rocío, y ella ya está impaciente por llegar.
Con muchas ganas emprendemos la marcha dirección a Erfoud. En esta carretera secundaria aparecen los primeros camellos, bueno, más bien dromedarios.






Con éstos aparecen tambien las primeras dunitas en los márgenes de la carretera, ¡que ilusión!



Llegamos a Rissani, cruzando su bonita puerte de entrada… 


Esta pequeña localidad es un poco caótica, y tiene el asfalto mas pulido sobre el que jamás haya rodado. Paramos a comer en una terraza unas brochetas de pollo que estaban la mar de malas pero acompañadas de unas fabulosas patatas fritas, y durante la comida vinieron a darnos la brasa varios “locos-mendigos”. Abandonamos el pueblo con una mala impresión del lugar, a ver si en la próxima visita cambia la cosa.
Enfilamos el último tramo hacia Merzouga, concretamente hacia el famoso albergue de “Alí el cojo”. Han puesto una gasolinera nueva (cosa que se agradece) justo antes del desvío de la pista que sale hacia Alí el cojo, por lo que ahora es sencillo encontrarla, si llegas a la gasolinera es que te has pasado.



Llegamos al albergue y nos reciben con una sonrisa, como siempre. Nos damos una ducha, cojemos lo imprescindible y nos subimos a los camellos con intención de pasar la noche en el campamento que tienen montado en las dunas.
Bautizo a mi camello como “García”, y Rocío al suyo como “Aladín”. Una vez sobre su joroba emprendemos el camino hacia el interior de las dunas. El trayecto dura como una hora y media, y el paisaje es espectacular. Quizá sea por el contraste con la dorada arena, pero veo el cielo super azul. Precioso.





¿¿Erección de García??

Llegamos a los pies de la gran duna, donde está situado el campamento con las jaimas. Nos disponemos a subir a lo alto de la duna, para desde allí disfrutar del espectáculo que supone un atardecer en el desierto. Rocío hace caso omiso a  mis consejos y comienza a un ritmo muy rápido. Parece que no, pero trepar por una duna cansa un huevo. A los pocos minutos Rocío necesita un respiro. Esta vez soy yo quien puede decir eso de… ¡te lo dije! 



Una vez casi en la cima nos sentamos a disfrutar del mágico momento. 



 
Bajamos a las jaimas, donde nuestro guía nos está preparando la cena, no sin antes vaciar los zapatos de arena. Es increible la cantidad de arena que cabe en un zapato. Llegas a andar sobre una plantilla de arena dentro del zapato. Impresionante.




Después de cenar el guía nos lleva a dar un paseo por el desierto. Hay luna llena. No hace falta linterna, de hecho hay tanta luz que se puede leer. Cuando nos alejamos y perdemos la referencia del campamento parece que estamos andando sobre un mar grisáceo, cuyas olas son de finisima arena. Nos acercamos hasta otro campamento, donde rompen el silencio del desierto cantando y tocando los tambores alrededor de una hoguera. Aunque hace frío, la noche es mágica.






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