domingo, 15 de julio de 2012

5.000 Kms por Marruecos -2-


01-03-2012 – AGADIR – MARRAKECH – 243 km

Nos levantamos con tranquilidad tras descubrir que entre Agadir y Marrakech existe una autopista. Tanto en el mapa como en el gps nos aparecía una carretera nacional, por lo que la etapa que pensabamos que iba a resultar bastante larga no lo fue tanto. Antes de abandonar Agadir buscamos una farmacia, ya que tengo la nariz como un pimiento de rodar con la visera levantada. En una guía leí una frase que me encantó: “Marruecos es un país frío donde el sol es abrasador”. Comprobado.
La autopista parece nueva y esta en perfecto estado. Tenemos que parar a abrigarnos, ya que cruzando el Anti Atlas circulamos a unos 1.300 mts de altitud, y eso se nota. Como vamos bien de tiempo y la autopista es monótona y aburrida, al ver el divertido nombre de la localidad de Chichaua decidimos continuar por carretera convencional.


Esta carretera resulta estar llena de vida. Infinidad de puestos, bicis, carros y sobre todo gente que va y viene nos acompañan en la infinita recta que nos llevará hasta Marrakech. Rocío, como los demás días, se lo pasa pipa saludando a todo el que ve por la carretera cual princesita en su carroza, saludando a izquierda y derecha. 










En cada cruce que atravesamos le doy las gracias a mi amigo Jako por las horas que me dedicó delante de su ordenador tratando de encontrar y meter una cartografía de Marruecos al gps. Gracias a este esfuerzo conseguimos llegar hasta la mismísima puerta del riad que teníamos reservado en el corazón de la medina.
Después del numerito que supone circular en una moto cargada hasta los topes por las callejuelas de la medina y del espectáculo que genera negociar un aparcamiento para la moto tocamos el timbre del riad. Allí nos esperaba Antoine, el amabilísimo propietatrio de esta casa de huespedes (así la considera él, más que un riad o un hotel). Antoine es un hombre francés, de unos 40 años, que lo dejó todo por irse a Marrakech con el sueño de montar su propia casa de huespedes. El trato que nos da es exquisito, haciendonos sentir como en nuestra propia casa. Aquí pasaremos los próximos días.





02-03-2012 y 03-03-2012 – MARRAKECK – 0 km

Cambiamos el disfraz de motoristas por el de turistas y tras un majestuoso desayuno en casa de Antoine salimos a la ciudad a hacer el “guiri” cámara en mano.
Como en todas las ciudades del país el punto fuerte es el centro de la medina, y en Marrakech concretamente la plaza Jamaa el Fna, famosa en todo el mundo por sus diversos puestos y su increible ambiente. Tristemente ahora también es recordada por el atentado que sufrió en uno de sus cafés en el año 2011 y que causó la muerte a 16 personas
En esta plaza hay puestos para todos los gustos, desde dulcísimos zumos de narajanja recien exprimidos, hasta encantadores de serpientes con flauta, pasando por especies, frutos secos, tatuajes de hena, souvenirs, plantas, gorritos….





Llaman la atención la cantidad de puestos de naranjas perfectamente ordenadas que hay por la plaza. Todos iguales y numerados, ofreciendo zumos de naranja o pomelo recien exprimidos. Decidimos probar uno, y elegimos el nº 14, por  la simpatía del vendedor y por ser nuestro número favorito. Oh my god! (como dicen los yankis). Tengo que repetir, ¡está buenísimo!


Si durante el día esta plaza está llena de vida, al caer los rayos de sol se convierte en un hervidero de gente, puestos, cuentacuentos y juegos de habilidad.








Además, como si de un riguroso ritual se tratase, dedican cada tarde a montar unos puestos de comida para cenar, los cuales desmontan cada mañana para que durante el día la plaza quede libre. A la hora de la cena estos puestos toman todo el protagonismo de la plaza, ya que las diferentes parrillas no dan tregua y el humo de todas ellas invade la zona, creando un ambiente singular. 




Al acercarte a los puestos serás invitado por “Abdul Arguiñano”  a sentarte en una de sus mesas, a cenar “más bueno que Carrefour” y “más barato que Ryanair”. He de decir que aunque no es la mejor calidad-precio de la ciudad, cenar en uno de estos puestos es toda una experiencia positiva.

http://www.youtube.com/watch?v=8Z2TfI2bHoc&feature=plcp
  El otro punto fuerte que visitar en Marrakech es su zoco. Todo un laberinto de callejones y callejuelas repletas de todo tipo de artilujios. Nos llama mucho la atención que, en comparación con anteriores visitas a Marruecos o con otros países del estilo, los vendedores “casi” no resultan pesados e incluso encontramos algunos puestos con carteles de precio fijo. Parece que el arte del regateo está perdiendo su efecto, aunque no para Rocío, que consigue sacar los pendientes y las pulseras a un precio infinidad de veces inferior al original, llegando a acabar con la paciencia de los vendedores. ¡Gracias a Dios que viajamos en moto y que sólo puede comprar cosas que apenas ocupen espacio! 






 
Pero a parte de esto Marrakech ofrece mucho más al visitante. Tumbas, palacios, jardines o preciosas “medersas” (casa de estudiantes) son una parte de la oferta cultural de la ciudad.






Y, aunque no aparezca en las guías de viaje, el viajero occidental disfrutará de un simple paseo por la ciudad, esquivando ruidosas motillos y formando parte de ese ajetreo que caracteriza a la ciudad. 







 
04-03-12 – MARRAKECH – OUZOUD – 210 km

Después de recuperar la moto del aparcamiento donde ha estado descansando estos días, nos disponemos a abandonar Marrakech, pero no sin antes hacer la última visita turística al Jardín Majorelle. Se trata de un bonito jardín mantenido por la asociación “Yves Saint Laurent”, en el que se supone que está uno de los árboles más antiguos del mundo, aunque nosotros no vimos nada que se pareciese a un longevo árbol. 




De nuevo con el casco puesto y con el trasero renovado volvemos a deslizar el asfalto bajo las ruedas y ponemos rumbo a las cascadas de Ouzoud. Hay una carretera principal que da un pequeño rodeo, y otra comarcal que va algo más directa. Tomamos esta segunda opción ya que no tenemos prisa y queremos disfrutar de los paisajes y de los pueblos. Pero poco duramos en esta ruta, ya que el asfalto esta muy bacheado y vamos pegando botes continuamente. La moto va muy cargada, y al no ser una moto pensada para viajar a duo temo por el amortiguador trasero y los soportes de las maletas, y como ya tenemos la espalda como un sonajero decidimos volver a la ruta principal.
Desde la carretera principal hasta las cascadas hay como 32 km, pero tardamos como 2h en recorrerlos, ya que discurren por una maltrecha carretera de alta montaña. 



 

Ouzoud realmente no es un pueblo. No puede considerarse así. Simplemente está formado por un par de campings, 3 ó 4 hoteles, un paseo con puestecillos y varias zonas de aparcamiento. Todo gira en torno a la cascada, y tiene pinta de ser el típico lugar donde los lugareños vienen a pasar el domingo.
Gracias al wifi de Antoine tenemos ya un hotel mirado. El acceso al hotel es por el paseo peatonal lleno de puestos, y como tiene escaleras me indican que deje la moto fuera del “pueblo” en una de las zonas de aparcamiento. Examino el camino y veo una rampita al lado de los escalones, por la que puedo pasar con la moto.


 


En el hotel nos reciben con mucha amabilidad, y tras invitarnos a un té, uno de los chicos nos acompaña a ver la cascada. Tiene un buen nivel de castellano, así como de otros idiomas, fruto de hacer de guía a los turistas. Dice ser bereber, y que le gustaría visitar Europa algun día, pero sólo una semana de vacaciones. No cambiaría su vida a los pies de la cascada por nada del mundo, donde el estrés no existe.
La cascada es impresionante. Tiene unos 130m de caída, y según nos cuenta es el salto de agua más alto del norte de África. 




La habitación del hotel es bastante humilde, pero la amabilidad del personal lo compensa. Preparan la cena en exclusiva para nosotros, ya que somos los únicos comensales. Mientras la preparan disfrutamos de otro té en un precioso salón tan sólo iluminado por la tenue luz de una vela. Se genera un ambiente muy especial, pero pronto el frío hace acto de presencia. Hay una chimenea, pero no la quieren encender ya que una gata con recien nacidos la ha convertido en su hogar. Nos deleitan con una sopa de verduras bereber y unas brochetas de pollo con patatas. La sopa está fuerte, consistente y buenísima. Según nos cuentan es la sopa que usan ellos en el ramadán para cargarse de energía. 






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