08-09-13
He de confesar que soy un
sentimental, y que le cojo cariño a las cosas, por lo que me levanto muy
contento de poder seguir el viaje con nuestro Jeepo.
Pensando que habíamos dejado a
Murphy en Akureyri salimos sonrientes a visitar otra de las famosas cascadas de
esta magnífica isla, Godafoss. En una de las reuniones que antiguamente se
celebraban en Pingvellir, se debatió sobre la religión del país, y se decidió
que la nación sería cristiana. El ordador de leyes del momento decidió entonces
tirar todas sus esculturas de dioses por esta cascada, dando así nombre a esta
cascada, Godafoss, que significa cascada de los dioses.
A pocos kilómetros de allí se encuentra el lago Mytvan. Se
trata de un bonito lago del que sobresalen pequeños cráteres volcánicos.
El cráter más alto de la zona es el llamado Hverfell. Se
eleva unos 460m y como desde su cima las vistas son impresionantes, decidimos
subirlo. En cuanto subimos unos metros empieza a soplar el viento. Entre lo
empinado del camino y el viento acabamos sudando lo suyo. Una vez arriba las
vistas son espectaculares, pero apenas conseguimos mantenernos en pie para
realizar las fotos. Nunca había tenido tanta sensación de volarme.
Desde la carretera vemos un lago extremadamente azul, un
azul turquesa que dejaría en ridículo a cualquier playa tropical, que haciendo
contraste con el marrón del paisaje volcánico parece más azul todavía.
Nos desviamos hasta el lago y al llegar encontramos un
cartel que indica la prohibición de bañarse ya que el agua está demasiado
caliente. Nos jijamos y en uno de los lados hay dos focos de humo que salen del
agua. Nos acercamos y resulta que el agua en ese punto está hirbiendo con toda
la mala leche del mundo. Uno de los focos de calor está pegado a una roca, lo
que provoca un efecto chorro con un sonido la mar de intimidante. Esta isla da
la sensación de que en cualquier momento va a estallar.
Y es que esta parte de la isla es geolócicamente muy activa,
y a tan solo unos kilómetros nos encontramos con otra zona de fumarolas y
charcos hirbiendo.
Como el sol empieza a caer hay que buscar un bonito lugar para ver la
puesta de sol. ¿Qué tal desde una piscina natural caliente entre volcanes? :)
Se trata de los Jarobodin Nature Baths. Es como la Blue
Lagoon, aunque más pequeña y con menos gente.
Habíamos fichado un alberge en Kopasker, pero la carretera
que aparece en el mapa no resulta ser carretera, sino una pista de tierra.
Afortunadamente está en buen estado y se puede circular por ella de noche sin
complicaciones. El albergue resulta ser la casa de un islandés que alquila
habitaciones. Pone toda su casa a nuestra disposición, con una sola condición,
que reciclemos la basura. Por nosotros no hay problema, ya que solemos hacerlo
en casa, asique nos cocinamos unos espaguetis que nos sientan de maravilla. A
la hora de tirar la basura llega el problema. El propietario es un superfriki
del reciclado. Tiene como 8 recipientes diferentes para los diferentes tipos de
basura, con su cartelito correspondiente. Papel, plástico, metal, metal con plástico
pegado, orgánico, orgánico pero menos orgánico…. Y ademas cada recipiente es un brick de leche
cortado por la parte superior. Es decir, son mini cubos de basura. Intentamos
cumplir lo mejor posible para que el señor no combulsione a la mañana siguiente
si ve que hemos mezclado residuos, pero por mucho que lo intentamos no
conseguimos meter el bote de tomate y la botella de agua dentro de la caja de
leche. Lo siento.
09-09-13
Para llegar a las
cascadas de Dettifoss hay que cruzar el parque natural de Jokulsargljofur (os
prometo que no aporreo el teclado cuando escribo nombres islandeses) por la
pista F862, que resulta estar recortada entre arbustos, estrechita y fácil.
Toda una preciosidad.
Esta cascada, una vez más, resulta impresionante. Es un
salto de agua no muy alto, 44 metros, pero es la cascada con más caudal de
europa. Me llama la atención que el río viene prácticamente sin pendiente
aparente hasta el salto, y desde ese punto el río ha ido erosionando la roca
hasta formar un increible cañón. La naturaleza es impresionante.
Merece la pena una pequeña excursión a pie por la zona para
disfrutar de estos maravillosos paisajes.
Nos está gustando mucho esta zona, por lo que decidimos
dejar la excursión de ir a ver ballenas (o intentar encontrarlas) para otra
ocasión y hacer alguna excursión más por este parque natural.
Esto es lo más al oeste de la isla que vamos a ir.
Necesitaríamos unos días más para ir hasta los fiordos del oeste. Una pena,
porque esa zona, al ser la más alejada y con menos puntos turísticos, está más
virgen y con menos turismo, pero no hay tiempo material, asique empezamos a ir
hacia el este.
Anoche como el hotel tenía wifi encontramos una preciosa
guesthouse a buen precio, y decidimos reservar. Está en la localidad de
Siglufjordur, y tenemos unos 260 km de carretera, aunque los últimos 40 según
el mapa son de pista.
Al salir del parque natural paramos en una gasolinera y al
volver al coche resulta que no arranca!! Miro por el retrovisor interior y solo
vero dientes, los dientes de la enorme sonrisa que tiene Murphy.
Delante de la cafetería de la gasolinera hay aparcada una
camioneta gigante. Entramos dentro y hay un grupo de turistas con su conductor.
Pedimos ayuda al conductor que muy amablemente saca una cuerda y nos remolca
para arrancarlo. Una vez en marcha, y cabreados como monos, llamo a la empresa
de alquiler. Esta vez no aceptamos arreglos, queremos otro coche. Quedamos en
que vamos a hacer lo del otro día, voy a intentar llegar hasta el sitio del
hotel sin parar el coche, y allí nos lo cambiarán. Esta vez es fácil, ya que
casi todo es asfalto, y por suerte nos ha pasado con el depósito lleno. Lo que
nos intriga un poco son esos 40 km de pista del final, ya que se habrá echado
la noche encima. A mitad de camino empieza a llover. Disfrutamos de la
carretera y de los paisajes, aunque tememos los 40 km de pista.
Llegamos a Olafsfjordur, en donde acaba la carretera y
empieza la pista que bordea el montañoso fiordo. Para nuestra sorpresa
descubrimos que hay un túnel. Un túnel que nos ahorra esos 40 km de pista y que
va directo a nuestro destino. Menuda alegría, y menudo fallo del mapa, ya que
el túnel no es nuevo. Se trata de un túnel estrecho, de un solo carril, pero de
dos sentidos. Cada cierto tiempo hay un remetido en la pared para cuando nos
cruzamos con alguien. Pero no os creais que está todo bien pintado e iluminado,
es un agujero en la montaña, oscuro y embarrado. Cuando ves el reflejo de las
luces de un coche que viene de frente hay que llegar al refugio lo antes
posible. En cada refugio caben 3 coches. Estupendo, porque voy a la cabeza de
un grupo de 3 coches. Cada vez que viene alguien nos metemos los 3 en el
refugio. Hasta que llego a un refugio y hay una excavadora aparcada. Solo
cabemos dos. El tercero mete un sprint hasta el siguiente agujero. Solo hay
refujios en la derecha, los que vienen de frente tienen preferencia. El túnel
es largo, unos 15 km. El juego del escondite resulta adrenalínico e interesante.
10-09-13
El chico del alquiler se ha tirado toda la tarde y parte de
la noche conduciendo, ha dormido 3 horas en un hotel del pueblo y a primera
hora tiene un coche de repuesto en nuestro hotel.
Se trata de un Opel
Antara, automático, con asistente electrónico para las bajadas y cosas de esas.
No es tan molón como Jeepo pero cumple sus funciones. Lo hemos bautizado como
Anty.
Hoy es un día de mucha carretera, de transición, con
intención de dormir en Borganes. La carretera bordea el fiordo de Skagaljordur,
ofreciendonos unos paisajes preciosos.
Vamos bien de tiempo y decidimos abandonar la carretera y desviarnos por
una pista que bordea la península de Vatnsnes en busca de un arco de piedra y
de focas.
El arco lo encontramos fácilmente, y no resulta tan
atractivo como decía la guía. De focas ni rastro.
Era muy curioso por que a pesar del oleaje, el viento, el
frío y la lluvia había un montón de patos en el mar. Debí de sacar 200 fotos de
patos nadando pensando que eran una foca. Como nos engañaban los jodíos patos.
El tramo de pista que quedaba hasta la carretera asfaltada
lo hicimos bajo una fuerte lluvia. La pista estaba toda embarrada, en cambio el
Opel iba como si fuese sobre raíles. No patinaba nada. Las siguientes jornadas
tuve la misma sensación. Yo creo que llevaba unos neumáticos mixtos bastante
decentes, quizá ya le habrían montado los de invierno, no lo se, el caso es que
iba de maravilla.
Llegamos a Borganes con un vendaval y una lluvia del carajo.
Pasamos por una zona de acampada y me alegro de no ser yo quien está metido en
esa tienda zarandeada por el viento. En cambio el albergue no es gran cosa,
aunque sí lo es su precio. 50 euros por una habitación con baño compartido y
sin sábanas. Habíamos leído que esto era habitual, por lo que veníamos
preparados con sacos de dormir. No nos importa dormir en los sacos, ni
compartir el baño, pero si pagasemos 10 euros por dormir, no 50!
Este es el punto negativo de Islandia. El precio del alojamiento
y de la comida. Una simple pizza o una hamburguesa no bajaba de 20 euros. La
mayoría de los restaurantes eran de este tipo de comida, para extranjeros. Si
encuentras un restaurante normal, con comida local, preparate para pagar 50
euros por un plato de salmón. El alojamiento es caro por que no hay mucha
oferta. La acampada libre esta permitida, y hay zonas cerca de los lugares
turísticos para acampar, por lo que mucha gente es lo que hace. No es que los
hoteles sean muy caros por noche, sino que son caros para lo que ofrecen.
11-09-13
Amanece un día con los cielos totalmente encapotados y de
color gris plomizo. Nos dirigimos hacia el norte, hacia la península de
Snaefellsnes.
La primera parada la realizamos en Ytritunga, una zona
costera donde suele haber focas. Hace muchísimo viento y frío, y el mar esta
llenos de patos bañandose, que muchas veces nos confunden dandonos una alegría
pensando que son focas. Sí, aunque parezca mentira entre las olas se puede
confundir un pato con una foca. Al cabo de un rato pudimos finalmente ver una
foca, de lejos y sólo la cabeza, pero lo damos por visto y nos vamos corriendo
dentro del coche a poner la calefacción. Que curioso es el mundo, ahora estamos
congelados en Islandia, dentro de 5 días estaremos cocidos como pollos
bronceándonos en las bonitas playas del Algarve portugués.
Seguimos recorriendo el lado Sur de esta pequeña península,
disfrutando de sus volcánicos paisajes, en dirección al cráter de
Snaefellsjokull, en cuya cima hay un glaciar permanente. Este cráter fue el
escenario que eligió Julio Verne para las aventuras de su famoso libro “Viaje
el centro de la tierra”. Lectura altamente recomendada dicho sea de paso.
Parados en un remetido de la carretera, bolsa de patatas en
mano, estabamos Rocío y yo descansando disfrutando de las bonitas vistas del
volcán cuando a lo lejos vemos que una manchita plateada se mueve por su
ladera. Es un coche! Se puede subir allí! En unos minutos habíamos encontrado
una maravillosa pista que se adentra en el parque natural del cráter de
Snaefellsjokull.
La pista es preciosa y no es complicada, hasta que llegamos
a un trozo que está totalmente roto, tiene una brecha de varios metros, como si
una riada de agua se hubiese llevado un trozo de pista. Al otro lado aparece un
Dacia Duster, otro de los 4x4 típicos de alquiler. Retrocedo unos metros como
animándole a que lo intentase él primero, pero no cuela y tampoco se atreve, la
brecha es muy gorda. Me bajo a investigar, ya que parece que hay una zona por
fuera de la pista por la que se podría intentar pasar. El otro conductor hace
lo mismo y empezados a comentar la jugada. Al poco de estar hablando en inglés
nos damos cuenta de que somos todos españoles! Quien lo iba a decir! Llegamos a
la conclusión de que por ese lado se podría llegar a pasar, pero el tío me dice
que lo intente yo primero. Pues allá que voy. Despacito y con buena letra vamos
sorteando las piedras hasta que los bajos del coche se atascan en una.
Retrocedo unos metros y como la piedra se había enganchado en los bajos, al dar
para atrás la saco de la tierra, por lo que entre todos podemos apartarla del
camino y podemos llegar de nuevo a la pista, pasada la brecha. El compañero del
Duster sigue el mismo camino y ambos coches continuamos el viaje.
Al llegar a lo alto el glaciar no se ve mucho, ya que el día
esta muy cubierto, pero continuamos por la pista hasta cruzar al lado norte de
la península, ya que la pista y los paisajes son espectaculares.
Recorremos ahora el extremos de la península, en sentido
antihorario, y nos desviamos de la carretera para ver el faro de Ondverdornes.
De aquí sale una pista facilona que lleva hasta otro faro, transcurriendo por
un río de lava y recorriendo bonitos acantilados de lava negra. Curiosamente
aquí hay una playa de arena dorada y aguas turquesa.
Terminamos la jornada en Akranes, en una bonita guesthouse.
12-09-13
Esta noche sale el vuelo de vuelta a España, pero aún
tenemos todo un día por delante. Hemos puesto rumbo a Reikiavik, pero no por el
túnel de peaje, sino recorriendo todo el fiordo mientras disfrutabamos de sus
paisajes.
Hemos pasado el día en Reikiavik hasta que llegó la hora de
ir a devolver el coche.
Al ir a devolver el coche hemos visto que tenían allí a
Jeepo, aún con todo nuestro barro sobre su chapa. El de la empresa nos contó
que el fallo se repitió porque el mecánico que lo arregló olvidó poner un
tornillo y el contacto se soltó. Nos da mucha rabia, porque nos hubiese
encantado poder terminar el viaje con Jeepo, pero me alegro de que vuelva a
rugir de nuevo y esté listo para volver a llevar a quien se acerque a disfrutar
de esta impresionante isla.